La Liga Necesitaba un Campeón de fuerza incomparable. Encontramos a centenares de guerreros habilidosos, pero ninguno como Narvick. Juró lealtad y después de algún intercambio de palabra, comprobamos la noble pasta de la que está hecha (a pesar de su terrorífico poder destructivo).
Aproveché esta ocasión para liberar a Magtheridon; AUTOPROCLAMADO SEÑOR DEMONIO, y encerrado bajo sellos Rúnicos en una catacumba.
Pude desatar un cataclismo, si no hubiera estado seguro de la fuerza sobrenatural de nuestro Campeón.
¡Tres hurras por este nuevo compañero de viaje!
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